Si bien es cierto, las mujeres sabemos que el “trabajo” de ser Madre no es sencillo. Y por lo general somos nosotras las que nos ocupamos de la mayoría de las tareas que tienen que ver con la crianza de los niños y esto es realmente estresante e incómodo.
Ciertamente, las madres, aun las que trabajamos, nos ocupamos de las compras, de la casa, de las tareas, de las reuniones en los colegios y eso nos deja poco tiempo para nosotras. Sabemos que es un compromiso que asumimos y que a partir del momento que decidimos tener niños estas tareas vienen incluidas con ellos junto con el estrés que implica lidiar con edades difíciles.
Nada que no podamos realizar, pero que definitivamente implica un desgaste mental y de energía que reciente nuestros nervios. Si bien son muchos los padres que también participan en la crianza y educación de los niños, mayormente esta tarea recae sobre la madre. ¿Pero qué pasa cuando parte de este estrés es ocasionado por el esposo?
Afirmaciones de un estudio realizado recientemente afirma que más del 45% de las madres consultadas aseguraron que muchas veces el estrés que sienten es originado por el propio esposo y no tanto por los hijos.
Del dicho al hecho hay un gran trecho.
Si bien es cierto es una realidad que cuando conocemos a alguien y nos enamoramos y luego proyectamos un futuro juntos es inevitable tratar el tema de cómo se compondrá la familia. Hablamos sobre dónde viviremos, como realizaremos determinadas tareas, cuántos niños nos gustaría tener, etcétera.
No obstante, pocas veces las mujeres nos detenemos a preguntarles a los hombres que tan dispuestos están a colaborar en el día a día. Porque todos esos planes son muy generales y obviamente necesitan del empuje y del impulso de ambos, mientras que las tareas cotidianas no se tratan y difícilmente una mujer le pregunta su novio: “Cuando tengamos un niño, ¿me ayudarás a bañarlo, cambiarle pañales y darle de comer?”
Todas damos como un hecho de que esto va suceder, pero luego nos encontramos con la sorpresa de que son pocos los hombres que participan en estas tareas. Y si lo hacen, lo hacen porque se sienten un poco presionados u obligados; entendiendo y asumiendo que esta tarea corresponde exclusivamente a las mujeres.
Es importante entender que los hijos son de ambos y que ambos tienen obligaciones; de modo que esperar “ayuda” o “colaboración”; tampoco es lo ideal porque en realidad intervenir en la crianza y el cuidado de los niños es una obligación por parte de los hombres que también aceptaron la responsabilidad de tenerlos y no debemos esperar que “ayuden” como si esta tarea fuera únicamente de las mujeres y ellos estuvieran solamente para “dar una mano”.
Otro niño más.
Parte del estudio llevado a cabo en relación a la crianza de los niños reveló que muchas de estas mujeres no sólo no se sentían apoyadas por sus maridos en lo que respecta al cuidado de los niños sino que para agregar un “trabajo” más, señalaban que los esposos en casa en ocasiones sumaban más estrés porque las mujeres vivían y transformaban esta falta de consideración como una desvalorización por parte de sus maridos y un desamor que las llevaba a cuestionarse su matrimonios y caer irrevocablemente en la desilusión.
Sabemos que no todos los matrimonios son iguales y tampoco hay una familia idéntica a otra; pero debemos reconocer que vivimos en un mundo aún muy machista que en cierta forma le da vía libre a los hombres para desentenderse de sus obligaciones.
No obstante, ¿qué tienen ellos para decir al respecto? Cuando los hombres se ven consultados con respecto este tema la estadística revela un dato sorprendente. Muchos reconocen que es poco lo que colaboran pero que en gran medida no lo hacen porque se sienten desplazados por sus mujeres que les recriminan no estar haciéndolo bien o que se lo piden con malos modos. Impacta a conocer que parte de la falta de colaboración se origina en la manera poco amable de pedir la ayuda.
Quizás a las mujeres nos invade la famosa “omnipotencia femenina” que nos hace pensar que siempre lo haremos mejor y que nadie puede hacerlo como nosotras. Error. Esto genera en los otros, incluidos los maridos, la idea de que podemos con todo y que en consecuencia no necesitamos ayuda. ¿Qué pasaría si empezamos a delegar un poco en los demás?
Somos un equipo, busquemos una solución entre los dos.
Quizás es hora de sentarse a conversar sobre lo que esperamos el uno del otro. Tal vez todos deberíamos pedir la ayuda que necesitamos antes de cansarnos porque si lo hacemos cuando ya la situación nos desbordó y nos superó, pediremos esa ayuda de mala manera ya que en cierta forma estuvimos todo el tiempo esperando que el otro tome la iniciativa.
Las mujeres debemos entender y aceptar como un hecho que muchas veces los hombres “no ven” determinadas cuestiones y que es necesario hacérselas notar. No caigamos en este error, los hombres necesitan que se lo hagan saber.
Una vez más llegamos a la conclusión de que la comunicación es fundamental. Por algo los seres humanos hemos recibido el don invaluable de la palabra; para poder establecer vínculos y poder entendernos. Utilicemos la palabra como un puente para llegar al otro. De buena manera, con buenos modos, con palabras amorosas. ¿Escuchaste alguna vez eso de que “se atrapan más moscas con miel que con vinagre”?
Las mujeres necesitamos de los hombres al igual que ellos también nos necesitan. Comuniquemos que necesitamos ayuda y una vez que la recibamos, agradezcamos explicando lo mucho que lo valoramos. Compartir tareas también nos acerca a nuestras parejas, nos da un motivo más para conversar y nos alivia saber que podemos contar con el otro. Recordemos que por eso decidimos formar una familia, porque la persona elegida nos completa, nos hace sentir bien y esos son los motivos por los cuales la seguimos eligiendo todos los días.