DIOS DE MISERICORDIA Y AMOR
Venimos ante ti este 11 de septiembre,
reconociendo que eres un Dios de amor y de paz.
Hoy recordamos los ataques de aquel día
en Nueva York, donde tanta gente murió
y donde muchas más quedaron heridas.
Ponemos en tus manos amorosas
a nuestros hermanos.
En esta vida Tú les demostraste
tu gran amor;
y ahora que ya están libres
de toda preocupación,
concédeles la felicidad y la paz eterna.
Su vida terrena ha terminado ya;
recíbelos ahora en el paraíso,
en donde ya no habrá dolores,
ni lágrimas ni penas,
sino únicamente paz y alegría
con Jesús, tu Hijo, y con
el Espíritu Santo para Siempre.
Amén
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